martes, 28 de octubre de 2014

Rafael Cadenas: «La política vacía de sentido las palabras... los poetas llaman la atención sobre ese vacío»

El poeta venezolano Rafael Cadenas ha estado en Madrid para participar en el IV Festival de Poesía Poemad, que pretende situar a la ciudad de Madrid en el mapa de los grandes festivales de poesía internacionales. La semana pasada leyó sus poemas en el marco del Festival y participó  en un coloquio sobre su obra en la Casa de América. El poeta está preparando actualmente dos libros: uno de entrevistas, y otro sobre el poeta japonés Basho «y otros asuntos», según reza su subtítulo.

Rafael Cadenas —Premio Nacional de Literatura Venezuela y Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances— militó tempranamente en el Partido Comunista de Venezuela, razón por la que sufrió cárcel y exilio durante la dictadura del general Marcos Pérez Jiménez, refugiándose en la isla de Trinidad. Tras su regreso a Caracas en 1957 publicó dos de sus libros más emblemáticos, La isla (1958) y Los cuadernos del destierro (1960).

En entrevista concedida a El País, Cadenas, escéptico con respecto a la función social de la creación poética, afirma que «la poesía es todopoderosa e insignificante. Insignificante porque su influencia en el mundo es mínima. Poderosa por su relación con el lenguaje. La política vacía de sentido las palabras —democracia, justicia, libertad—, los poetas llaman la atención sobre ese vacío. Las palabras pierden su valor si no se corresponden con la cosa que designan. No es nada nuevo. Confucio lo llamaba ‘rectificación de los nombres’ y eso es un poeta: alguien que rectifica».

Reproducimos su poema «Ars poetica», perteneciente a su libro Intemperie (1977):
Ars poética 
Que cada palabra lleve lo que dice.
Que sea como el temblor que la sostiene.
Que se mantenga como un latido. 
No he de proferir adornada falsedad ni poner tinta dudosa ni añadir
brillos a lo que es.
Esto me obliga a oírme. Pero estamos aquí para decir verdad.
Seamos reales.
Quiero exactitudes aterradoras.
Tiemblo cuando creo que me falsifico. Debo llevar en peso mis
palabras. Me poseen tanto como yo a ellas. 
Si no veo bien, dime tú, tú que me conoces, mi mentira, señálame
la impostura, restriégame la estafa. Te lo agradeceré, en serio.
Enloquezco por corresponderme.
Sé mi ojo, espérame en la noche y divísame, escrútame, sacúdeme.
Fuentes: 

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