La obra de Sófocles Edipo rey es una de las cumbres del teatro y la literatura occidentales. (Iba a decir del teatro y la literatura universales, pero he recordado el célebre artículo Shakespeare en la selva, de la antropóloga Laura Bohannan.) La tragedia de Sófocles constituye uno de los lugares más enigmáticos y contradictorios de nuestra cultura, y ha contribuido de forma decisiva a fundar la condición trágica del hombre.
La conocida máxima «conócete a ti mismo», que se decía estaba inscrita en la puerta del templo de Apolo en Delfos —adoptada por Sócrates y otros filósofos como principio moral—, es contradicha en Edipo rey por uno de sus personajes: Yocasta. El argumento de la tragedia es conocido. Yocasta, enterada ya de que Edipo, con quien está casada, es su hijo, le ruega a éste que no investigue más el asesinato de Layo —su padre, a quien ha matado sin saberlo—, ya que imagina a qué conclusión fatal, a qué abismo le llevará ese conocimiento. «No investigues más», «ojalá no llegues nunca a saber quién eres», le dice Yocasta a su hijo parricida. El final no es menos conocido: Yocasta se suicida y Edipo se arranca los ojos.
Martha Graham, la famosa bailaira y coreógrafa que nació en 1894, tal día como hoy, en Estados Unidos, y cuyo trabajo es actualmente reconocido como pionero en el terreno de la danza moderna, le dedicó a la figura de Yocasta una pieza célebre de 1947: Night Journey. El trabajo vanguardista de Graham es equiparado hoy con el que Picasso, Stravinsky o Lloyd Right desarrollaron en otros ámbitos de la creación moderna.
No es necesario insistir en la relación íntima que une la danza con la música y el teatro. En el origen de todos estos fenómenos culturales encontramos el rito como forma de acceso al misterio del mundo y de la vida con la finalidad de recrear, intervenir o comprender ese misterio. La creaciones de Martha Graham pretendían volver a conectar con el origen ritual de la danza. Por eso su técnica (basada en la respiración y definida a veces por la propia bailarina como dance from the vagina) y su concepción de la danza vinculaban ésta a principios primigenios, alejados de la normatividad clásica.
Según Rosa Castillo, Graham estaba muy interesada «en las corrientes psicoanalíticas, jungianas, del ser humnano, y como tal, interesada en los arquetipos y en el inconsciente colectivo. Es por esto que en 1947 estrena la obra Night Journey (Travesía nocturna), como parte de una serie de coreografías inspiradas en la mitología griega.»
No es necesario insistir en la relación íntima que une la danza con la música y el teatro. En el origen de todos estos fenómenos culturales encontramos el rito como forma de acceso al misterio del mundo y de la vida con la finalidad de recrear, intervenir o comprender ese misterio. La creaciones de Martha Graham pretendían volver a conectar con el origen ritual de la danza. Por eso su técnica (basada en la respiración y definida a veces por la propia bailarina como dance from the vagina) y su concepción de la danza vinculaban ésta a principios primigenios, alejados de la normatividad clásica.
Martha Graham |
La coreografía de Night Journey rezuma una especie de ritualismo primitivo en el que la figura de Yocasta, a diferencia de lo que ocurre en la tragedia de Sófocles, no es un personaje secundario. Graham le da una voz muda a su dolor, la hace hablar con palabras que se dibujan con inusitada fuerza en el aire, en cuyo ámbito se sella ese destino trágico que fue el que vivió Europa tras la Gran Depresión y la segunda Guerra Mundial. Vale la pena ver, una y otra vez, esta pieza única.
Fuente: Night Journey (1947) de Martha Graham, por Rosa Castillo.
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